Recomiendo leer a partir del Capitulo 1.
Estilo 6 PUNTO DE VISTA SUBJETIVO.
Me encontraba en el cuadrante donde normalmente hacemos guardia. En la estación Tamara 326 yo y mi compañero de fatigas. Ser policía no siempre es aburrido, oímos ruidos fuera de la cafetería y la gente corre espantada. Una venusiana grita, y mi compañero lanza un laser paralizante que rebota en una cisterna, con tan mala suerte que se paraliza a él mismo. Miro a la venusiana y ella me mira, algo sucede y es incontrolable, el amor gira en torno nuestra y todo parece ir a cámara lenta.
La cojo de las manos y nos metemos embobados en un teletransportador, como no sabemos dónde ir, repetimos el último envío. Aparecemos en una especie de club ideal para romper el hielo bailar y conocernos. Como no sé qué decir, y a pesar de que le quedan muy bien los gusanos recogidos, le digo que quisiera verlos sueltos mientras juego graciosamente con ellos entre mis dedos. A lo que ella, me sonríe de forma coqueta.
Estilo 7 OTRO PUNTO DE VISTA SUBJETIVO.
Estoy tirada en esta especie de estación de servicio, pido ayuda y nadie me entiende. Ser verde, bajita, estrábica, y padecer los nervios comunes de mi especie, no es la mejor receta para comunicarse. El que parece estar al mando lo intenta pero no entiendo ni jota; por cierto, su traje plateado me espanta. Me decido por gritar y gesticular más, con tan mala fortuna que un par de personas llaman a la policía, no tengo ni idea del porqué. Lo que creí que sería mi perdición, en realidad se convierte en mi pasaporte de salida. Por causas paranormales uno de los policías cae dormido mientras el otro me mira aturdido. Creo que le gusto; y aunque él es horrible en su variedad de formas y gestos inexpresivos, opto por seguirlo, cogiendo sus pequeñas manos; ya sabéis, instinto de supervivencia.
Por una especie de magia que desconozco llego a otro lugar más acorde a mi carácter. Mi felicidad es visible, el me balbucea algo y me toca los gusanos, el cabeza de chorlito no sabe que son venenosos cuando las venusianas no estamos receptivas. A mí me da igual pero sonrío ampliamente ante la algarabía que me rodea, que fiestón. Por cierto ese joven y guapo humano de la barra; ¿creo que lo he visto antes?
Me encontraba en el cuadrante donde normalmente hacemos guardia. En la estación Tamara 326 yo y mi compañero de fatigas. Ser policía no siempre es aburrido, oímos ruidos fuera de la cafetería y la gente corre espantada. Una venusiana grita, y mi compañero lanza un laser paralizante que rebota en una cisterna, con tan mala suerte que se paraliza a él mismo. Miro a la venusiana y ella me mira, algo sucede y es incontrolable, el amor gira en torno nuestra y todo parece ir a cámara lenta.
La cojo de las manos y nos metemos embobados en un teletransportador, como no sabemos dónde ir, repetimos el último envío. Aparecemos en una especie de club ideal para romper el hielo bailar y conocernos. Como no sé qué decir, y a pesar de que le quedan muy bien los gusanos recogidos, le digo que quisiera verlos sueltos mientras juego graciosamente con ellos entre mis dedos. A lo que ella, me sonríe de forma coqueta.
Estilo 7 OTRO PUNTO DE VISTA SUBJETIVO.
Estoy tirada en esta especie de estación de servicio, pido ayuda y nadie me entiende. Ser verde, bajita, estrábica, y padecer los nervios comunes de mi especie, no es la mejor receta para comunicarse. El que parece estar al mando lo intenta pero no entiendo ni jota; por cierto, su traje plateado me espanta. Me decido por gritar y gesticular más, con tan mala fortuna que un par de personas llaman a la policía, no tengo ni idea del porqué. Lo que creí que sería mi perdición, en realidad se convierte en mi pasaporte de salida. Por causas paranormales uno de los policías cae dormido mientras el otro me mira aturdido. Creo que le gusto; y aunque él es horrible en su variedad de formas y gestos inexpresivos, opto por seguirlo, cogiendo sus pequeñas manos; ya sabéis, instinto de supervivencia.
Por una especie de magia que desconozco llego a otro lugar más acorde a mi carácter. Mi felicidad es visible, el me balbucea algo y me toca los gusanos, el cabeza de chorlito no sabe que son venenosos cuando las venusianas no estamos receptivas. A mí me da igual pero sonrío ampliamente ante la algarabía que me rodea, que fiestón. Por cierto ese joven y guapo humano de la barra; ¿creo que lo he visto antes?
6 comentarios:
Verde, bajita y estrábica... exactamente como yo!!
dIEGOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!
Sigo estrábica.. será cosa de los viernes.. ;)
muak!
Puede ser, a mí no me pasa eso; como me quedo en casa...
Bueno, bueno, bueno...
tu casa, ese gran agujero negro.. ;)
Buen ejercicio.
Besos.
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