martes, 12 de enero de 2010

"Lulú de Frank Wedekind"

La Lulú, de Wedekind padece infortunios a la altura de ese dudoso honor que representa ser quien es en realidad; un espíritu libre adelantado a su época. Por ello Lulú se convierte una de las heroínas trágicas más redondas e interesantes de la literatura contemporánea. Sus facetas tornadizas, la impregnan de tantas caras y belleza como un diamante en bruto. Lulú es la dicotomía que viaja desde la nueva Taglioni a la caricatura perfecta de una musa fatal; en estos viajes de personalidad encerrados en un cuerpo de delito está el universo metamórfico del verdadero mundo expresionista, que el autor contenidamente traza. Contradicciones e hipocresías de una sociedad en decadencia. Esto impregnado de hondo realismo que Ibsen había plasmado ya anteriormente, convierten a Lulú en un agente nocivo de gran perturbación; ante la alta sociedad maquillada de una victoriana decadencia tardía.


¿En qué momento "lulú", como heroína trágica comete el error fatal del que no hay vuelta posible? Seguramente este colocado estratégicamente en la escena diez del tercer acto.

Es el momento clave, la caída de un titán ante el amor enfermizo… la manipulación de la una mariposa de sonrisa bífida ante el amor que ha conocido, más parecido al verdadero.

Lulú es, personaje dominador por estratégico, sabe que esta es su última baza para llevar hasta el final su viejo capricho. El capricho de ser incapaz de resistirse a la atracción, de conquistar el único amor no destructivo que han sentido por ella. Es este amor, el de Schön. El hombre que lleva cuidándola desde los doce años. El hombre que le ha escogido dos maridos un tanto accidentales y accidentados. Y el mismo hombre que ayudo a enterrarlos de cuerpo, y por olvido.

Por estas razones y otras aun no escritas, podríamos situar aquí a Lulú como una Helena de Troya de purpurina. O como una Lolita con demasiada experiencia ¡Qué caray! La verdad es que Lulú es bailarina de finales del XIX, más cerca del can-can que de las puntas. Y como no, por ello la peor victima de sus circunstancias.

Lulú ha gobernado y manipulado todos sus amores pero no en el de Schön. Él, la mantiene y la cuida pero no dice el “porqué”. Ella sabe el “porqué” pero necesita oírlo de su boca para llegar y convencerse de que “Este instante me produce mucho placer… (Lulú)”.

Me pregunto, si Lulú hubiera podido acabar de otra manera, y no muerta unos años y otro libro después, a manos de nada menos que el mítico Jack el destripador. ¿Y si nos dieran un solo momento de dominio y cambiar un solo momento, para poder cambiar su vida? El momento propicio estaría en esta escena. Es de entender; la importancia de la escena en su colocación con respecto al texto, el tercer acto de un total de cuatro; pero si analizamos el resto de su vida sumando el libro definitivo que la completa, que consta de tres actos, quizá comenzaría en esta escena la nueva vida de Lulú. Aquí comenzaría ese libro que titula Wedekind La caja de Pandora. Lulú, ya no es Lolita ni Helena de Troya. Es la serpiente que muda de piel, la misma piel que mimetiza aquí a Lulú a la altura de Pandora, madre de todas las desgracias.


Aquí dejas de una vez Lulú, lo que te quedaba de inocencia, tu movimiento es pensado y por ello maldito. La implacable bola de nieve comienza a rodar en este preciso momento. Lulú como reina del cabaret se transforma en tragedia; Tragedia de humo y adoquín. Lulú es una tragedia real y por real quizas tiene miedo a los cambios. Pues en el siglo XIX ya saben mucho; quizás demasiado de tragedias. Y actúa así como el buen personaje psicológico sin saberlo (ni ella ni su autor), y posiblemente por el miedo a perder la seguridad y protección que le da Schön el "Pater Putativus" perfecto, poderoso y maleable. El único personaje que siempre confió y es capaz de ver lo bueno que hay en Lulú, a pesar de su “…infame origen”.

Lulú; todo el remolino de las circunstancias gira irremediablemente hacia tu ombligo, ojala nunca te encuentre ni de lejos, aunque en sueños... uno no pueda evitarte.

Sin duda Lulú linda no estás muy lejos, de cualquier juguete roto.

miércoles, 6 de enero de 2010

Ejercicios de estilo (Capitulo 1)


Estilo 1: ANOTACIONES

En un típico asteroide de servicio, de nombre Tamara 326, a diez minutos luz de mi aparta/centro. Una venusiana de cincuenta centímetros de altura, ciclope y estrábica. Con dedos largos y nerviosos como si buscaran; pide ayuda a gritos. El gasolinero le reprocha, que le esta espantando a la clientela, que la vida está muy mal y son muchos los asteroides que dan servicio en el cuadrante. A lo que ella opta por gritar más. Con tal ímpetu que le rompe los tímpanos a toda especie viviente que se encontraba repostando. Se abalanza sobre ella la policía aerostática.

Medio sordo me teletransporto al Club la Selenita de Oro, enfrente de la embajada del planeta Honduras. Un tiempo indefinido más tarde, la veo entrar con uno de los policías de la mano. Rebosan felicidad, y él le dice, “deberías dejarte los gusanos sueltos”. Ella sonríe ampliamente con su boca de rana.


Con todo mi respeto; a Raymond Queneau.