lunes, 7 de diciembre de 2009

La atracción, el punto de partida de la belleza.



Lo difícil no es saber que es bello y que no lo es, lo difícil como afirmaba Platón, es definir “lo bello”. Definir lo bello en contraposición con su historia es un imposible de acometer, debido a que el ideal de belleza es claramente cambiante en su estudio e interpretación a lo largo de estos dos mil quinientos años de historia del término. El ideal de belleza siempre es reflejo de una forma de entender la vida, bien como la vemos e interpretamos, o bien como la quisiéramos o imaginamos. Y cada cultura y cada momento histórico manipula estos ideales a su imagen y semejanza.

“Dios al modelar al hombre a su imagen y semejanza le ha encomendado el cuidado de su creación inacabada. Cada día, por su génesis humana, o sea por un esfuerzo progresivo, el hombre es llamado a hacer nacer obras que sean reflejos de la Belleza tan antigua y tan nueva” , Emile Berthoud

Qué es la belleza, sino reinterpretarnos, imaginarnos o idealizarnos a nosotros mismos, y encontrarlo o proyectarlo, en algo real, imaginario o ideal. Que es la belleza sino modelarnos.

En el estudio y convivencia con la belleza en nuestra historia, en su entendimiento, encontramos una característica común que nos une con nuestras pasadas condiciones de belleza; un lugar donde convergen todos los sentidos que gobernamos y esos momentos vividos que nos definen. Ese lugar primate donde la comunicación comienza su viaje, es el preciso instante de la “atracción”.

Vicente Verdu afirma que “La belleza se manifiesta llegando, estalla al exponerse, surgiendo de una posición impensada”.

Desde el equilibrio y armonía de la belleza clásica pitagórica, pasando por el alma platónica, la gran teoría, lo sublime y lo romántico, la provocación de las vanguardias, el modelo no unificado de los media, incluso la mujer muerta como ideal de belleza que inspiro a Edgar Alan Poe; todas estas visiones tan personales como filosóficas de la belleza comparten una raíz común que inspira y llena de sentido sus multitudes de formas divergentes. Todo parte de la atracción, la atracción que se manifiesta cuando la belleza llega y se expone.

¿Qué es lo que nos produce atracción? Se podría concretar el nacimiento de la belleza, como ese momento de atracción sincera e invasora que se interpone ante el ojo humano. Momento que tiene como finalidad el efecto placebo que la atracción nos produce, ese efecto que nos estimula nos deleita y nos invita a contemplar. En este sentimiento se refugia la atracción. La atracción como ente, nace y reside en el misterio, en el miedo, en lo inalcanzable. Nace en lo impensado y nos induce a la curiosidad y mirada continua. No puedes escapar por más que quieras, de algo que inspira tanta belleza como temor, y por lo tanto regocijo. La atracción es lo que nos produce regocijo… Gustito y cuero en las dosis perfectas; vía ocular, intuitiva o intravenosa.

Eros y Tánatos pasando juntos buenos ratos.

La atracción es el detonante donde nacen todas las bellezas.