Imagen animada, Robert Lepage y la visión periférica:
Acertaba Freud en sus “Ensayos sobre el psicoanálisis” cuando decía que la imagen está en mejores condiciones que el pensamiento consciente y el lenguaje para dar forma a los procesos inconscientes. La imagen es uno de los dueños del teatro de Lepage, bueno también de Wilson, Chéreau, Kantor o muchos otros. Pero solamente con Lepage alcanza esa perfección sublime, (y en oposición a Wilson no descansa básicamente en ello sus espectáculos).
Lapage como un renacido y claro exponente del teatro total, alcanza el ideal estético que librado por fin de la acción literaria, alcanza la excelencia.
¿Donde descansan las medidas de la imagen? De entrada se debe concebir y se debe expresar de un modo personal la realidad, en este punto volvemos a la autenticidad. Una vez situados y conociendo los lugares y cómo funcionan, debemos dejarnos llevar por las pruebas. Y todo ello empapado de lo que Lepage defiende como base de la dirección de escena, que es la visión periférica.
La visión periférica nace en la objetividad de la mirada límpida, y esta mirada solo la puede tener la persona abierta a todo, sin ningún tipo de velo y manía discriminatoria. Es que “el teatro no es así” dirán algunos, mejor, menos competencia para lo que considero ya inevitable, la implantación de la multimedia consciente y atrayente que vuelva a llenar el patio de butacas de gente que se pregunte con los ojos abiertos, en vez de buscar respuestas entre los ronquidos.
El Metateatro y el Metacine, la proyección en directo, incluso el sonido recién gravado, son parte imprescindible de la imagen. Alcanzando en muchos casos altas cotas de análisis en forma de prueba, sobre textos que en un principio o en una primera lectura podrían considerarse faltos de claridad. Textos en los que el espectador acaba disfrutando, se relaja y se deja llevar ante la vorágine atrapante.
No lo dudes concibe, ordena y expresa de una manera personal la realidad, y para ello valete de un universo de imágenes. Con tu elección de expresarte a través de multitud de idiomas, no vienes más que reafirmar el verdadero papel de la “logos” hoy en día; Que no es más, que la palabra y el discurso dramatizado con su jaula de léxico, no es el punto de partida del verdadero teatro. No dudéis nunca que se puede hacer algo grande con un listín telefónico, como única dramaturgia.
Sin duda, el teatro no es más que la acción ante un expectante. La acción se vende por la vista, y la acompañamos de sonido, que son tiempos musicales aun estos no porten música. ¿Cómo obviar entonces la tecnología y su poética?, eso no es más que negarnos a nosotros mismos. ¿No es el teatro una virtualidad y su esencia pura tecnología? ¿No es la imitación más que una copia personal sobre algo? La verdadera reinterpretación, no está en el texto, si no en la mente del que observa tu creada imagen virtual sobre algo. Si tienes algo que decir no descanses en el texto, úsalo sin más. Para mí el teatro es, (en su nacimiento), un conjunto imágenes animadas, y el espectador el que maneja el foco. Nuestra obligación es también (en un principio), manipular este foco lo más posible sin distraerse del verdadero foco. Que en el caso más acertado se debe reducir a una imagen, un número, una situación autobiográfica, o simplemente el sonido como concepto.
Sin duda la identificación del espectador con uno de los personajes tiene que ver más con las imágenes que con sus acciones o el texto. Claramente podemos crear un asesino de masas atractivo al público, o asqueado por este, a partir del mismo texto sin ningún tipo de variación escrita, (por cierto un gran ejercicio para poner en práctica).
En este mundo y seguramente con gran desgracia (Je, Je Menos mal), ha perdido fuerza la palabra. Tenemos tres opciones, luchar a la contra, resignarse, o aplaudirlo. Como director de escena ,escojas la opción que escojas, te recomiendo usar la imagen, la tecnología y la poética que la rodea, si tu intención es llegar más lejos.
Acertaba Freud en sus “Ensayos sobre el psicoanálisis” cuando decía que la imagen está en mejores condiciones que el pensamiento consciente y el lenguaje para dar forma a los procesos inconscientes. La imagen es uno de los dueños del teatro de Lepage, bueno también de Wilson, Chéreau, Kantor o muchos otros. Pero solamente con Lepage alcanza esa perfección sublime, (y en oposición a Wilson no descansa básicamente en ello sus espectáculos).
Lapage como un renacido y claro exponente del teatro total, alcanza el ideal estético que librado por fin de la acción literaria, alcanza la excelencia.
¿Donde descansan las medidas de la imagen? De entrada se debe concebir y se debe expresar de un modo personal la realidad, en este punto volvemos a la autenticidad. Una vez situados y conociendo los lugares y cómo funcionan, debemos dejarnos llevar por las pruebas. Y todo ello empapado de lo que Lepage defiende como base de la dirección de escena, que es la visión periférica.
La visión periférica nace en la objetividad de la mirada límpida, y esta mirada solo la puede tener la persona abierta a todo, sin ningún tipo de velo y manía discriminatoria. Es que “el teatro no es así” dirán algunos, mejor, menos competencia para lo que considero ya inevitable, la implantación de la multimedia consciente y atrayente que vuelva a llenar el patio de butacas de gente que se pregunte con los ojos abiertos, en vez de buscar respuestas entre los ronquidos.
El Metateatro y el Metacine, la proyección en directo, incluso el sonido recién gravado, son parte imprescindible de la imagen. Alcanzando en muchos casos altas cotas de análisis en forma de prueba, sobre textos que en un principio o en una primera lectura podrían considerarse faltos de claridad. Textos en los que el espectador acaba disfrutando, se relaja y se deja llevar ante la vorágine atrapante.
No lo dudes concibe, ordena y expresa de una manera personal la realidad, y para ello valete de un universo de imágenes. Con tu elección de expresarte a través de multitud de idiomas, no vienes más que reafirmar el verdadero papel de la “logos” hoy en día; Que no es más, que la palabra y el discurso dramatizado con su jaula de léxico, no es el punto de partida del verdadero teatro. No dudéis nunca que se puede hacer algo grande con un listín telefónico, como única dramaturgia.
Sin duda, el teatro no es más que la acción ante un expectante. La acción se vende por la vista, y la acompañamos de sonido, que son tiempos musicales aun estos no porten música. ¿Cómo obviar entonces la tecnología y su poética?, eso no es más que negarnos a nosotros mismos. ¿No es el teatro una virtualidad y su esencia pura tecnología? ¿No es la imitación más que una copia personal sobre algo? La verdadera reinterpretación, no está en el texto, si no en la mente del que observa tu creada imagen virtual sobre algo. Si tienes algo que decir no descanses en el texto, úsalo sin más. Para mí el teatro es, (en su nacimiento), un conjunto imágenes animadas, y el espectador el que maneja el foco. Nuestra obligación es también (en un principio), manipular este foco lo más posible sin distraerse del verdadero foco. Que en el caso más acertado se debe reducir a una imagen, un número, una situación autobiográfica, o simplemente el sonido como concepto.
Sin duda la identificación del espectador con uno de los personajes tiene que ver más con las imágenes que con sus acciones o el texto. Claramente podemos crear un asesino de masas atractivo al público, o asqueado por este, a partir del mismo texto sin ningún tipo de variación escrita, (por cierto un gran ejercicio para poner en práctica).
En este mundo y seguramente con gran desgracia (Je, Je Menos mal), ha perdido fuerza la palabra. Tenemos tres opciones, luchar a la contra, resignarse, o aplaudirlo. Como director de escena ,escojas la opción que escojas, te recomiendo usar la imagen, la tecnología y la poética que la rodea, si tu intención es llegar más lejos.